
Un panorama lleno de desafíos es el que describe el Director de la Oficina de Protección de la Calidad del Cielo del Norte de Chile (OPCC), Pedro Sanhueza, al revisar los principales temas acerca de contaminación lumínica en nuestro país, en entrevista con astronomyadventures.cl
El director del organismo describe un panorama, en general, delicado al analizar la situación del cuidado de nuestros cielos, en cuya claridad radica el capital fundamental para el sostenido desarrollo de la actividad e investigación astronómica en el territorio nacional.
Son múltiples los ámbitos donde la OPCC ha estado presente con su visión técnica; por ejemplo, junto al comité revisor de la Norma Lumínica, presidido por el Ministerio del Medio Ambiente, con propuestas concretas sobre restricciones, justificaciones técnico astronómicas de orden físico e incluso con estudios económicos que han fortalecido la propuesta sometida a consulta pública, proceso que se está llevando a cabo durante este mes de junio y que está abierto a la participación en https://consultasciudadanas.mma.gob.cl/portal/consulta/104
Los estudios que se han aportado están estrechamente ligados a la investigación astronómica, y así la OPCC ha provisto de antecedentes técnicos para justificar los radios de protección de los observatorios de cerro Tololo, Pachón, La Silla, Las Campanas, el VLT en Cerro Paranal, Cerro Armazones y la zona del Llano de Chajnantor, cercano a San Pedro de Atacama y sede de ALMA. También ha sido de gran relevancia el trabajo realizado por esta oficina junto al MOP para el Proyecto de Iluminación Piloto de la Ruta del Algarrobo (correspondiente al tramo La Serena – Vallenar de la Ruta 5) con equipos que proporcionan luz ámbar, la menos contaminante del cielo nocturno.
Al realizar un balance del actual panorama de la contaminación lumínica en el país, Sanhueza declara que “la situación es de un creciente deterioro de la calidad del cielo nocturno, por la irrupción de la tecnología de LED, por la expansión urbana, por el uso de LED en la industria y por la mala práctica de sobre iluminar -además- de manera masiva. Todo ello ocurre en gran parte por desconocimiento técnico y por creer, erróneamente, que más luz es más seguridad en los barrios”

Acerca de la actual normativa, indicó que ella se encuentra “relativamente al día”. Sin embargo, lamentó que exista falta de fiscalización. No obstante, destacó que el tema normativo ofrece hoy una oportunidad “Ahora viene la Norma Lumínica III, que abarca completo al país, y el desafío será convencer a Chile de la importancia de cuidar nuestro cielo en todo el territorio nacional y la mayor participación ciudadana es clave para validar estos procesos normativos, también para informar, ya que poco se sabe del daño que provoca la contaminación lumínica”.
La llamada Norma Lumínica III ofrece la oportunidad de adecuar la legislación a las mayores exigencias y tecnologías disponibles en la actualidad en materia de protección del cielo nocturno. Mientras la actual norma tolera un 15% de luz azul, la tecnología actualmente disponible permitiría ser más ambiciosos y bajar al 1% de azul, sin afectar la calidad de la iluminación.
El director de OPCC subrayó lo relevante que es para nuestro país aumentar la conciencia sobre la importancia de contar con cielos sin contaminación lumínica. Al respecto, sostuvo que “el desarrollo alcanzado en astronomía, gracias a la calidad de nuestros cielos, ayuda a promover una imagen positiva internacionalmente, relacionada con la estabilidad, seguridad, tecnología y paisajes únicos. Salvo lo último, todo los otros factores han sido muy golpeados por el escenario político y social del país, por lo que se debe prestar real atención a esta materia”.
Finalmente, Sanhueza opinó que el debate constitucional que se aproxima “es un momento preciso para incluir el derecho a la luz de las estrellas, para esta generación y también para las venideras, el que fue acuñado en la conferencia de La Palma, Islas Canarias, España en 2007, donde se declaró que el derecho a un cielo nocturno no contaminado que permita disfrutar de la contemplación del firmamento, debe considerarse como un derecho inalienable de la Humanidad, equiparable al resto de los derechos ambientales”.